Es conocido por todos que durante el embarazo la mujer experimenta importantes cambios físicos con el objetivo de crear el mejor entorno para el crecimiento del bebé.
Pero, ocasionalmente, algunos de ellos pueden causar efectos que preocupan a las futuras madres, como puede ser la disnea, es decir, de la dificultad para respirar.
La disnea provoca la sensación de que cuesta llenar los pulmones de oxígeno. Pero ¿a qué se debe? ¿Es algo normal? ¿Es posible aliviarlo? La doctora Natalia Ibañez, jefa del equipo de Obstetricia del Hospital IMED Valencia, nos responde a estas preguntas sobre una condición que afecta a aproximadamente la mitad de las gestantes.
La progesterona y el aumento del tamaño del útero, culpables de su desarrollo
Tal y como mencionamos al principio, la gestación produce una serie de adaptaciones que la doctora Ibañez describe como fisiológicas. Esto significa que se consideran como normales, y son fruto de cambios “bioquímicos y mecánicos” que también afectan al sistema respiratorio.
Dichos cambios bioquímicos se deben a las alteraciones hormonales. Sobre todo, porque la progesterona (hormona producida por los ovarios y con un rol importante en la gestación) produce una estimulación en el centro respiratorio, ubicado al nivel del sistema nervioso central. Se produce un aumento de la sensibilidad de ese centro respiratorio, lo que acaba provocando una hiperventilación. Esto causa un incremento en la cantidad de aire que entra en cada respiración (por la que se obtiene más oxígeno). La doctora Ibañez comenta que “No se va a modificar la frecuencia respiratoria, pero sí la cantidad de volumen de aire que se coge por minuto. Esto aparece al principio del embarazo, y la mujer lo percibe como una alteración en su percepción de lo que debería ser una respiración normal”, algo conocido como un aumento de la conciencia respiratoria de la gestante.
También cabe destacar que se producen cambios ‘a nivel mecánico’. La doctora explica “Conforme progresa el embarazo, el útero se va haciendo más grande, desplazando el diafragma hacia arriba”. A ello se le debe sumar que cambian los diámetros de la caja torácica y a su vez aumenta el diámetro transversal de la misma. Esto supondrá una disnea (dificultad para respirar) durante el crecimiento del bebé, y se desarrollará más en el segundo y el tercer trimestre porque habrá un cambio en la capacidad pulmonar.
Una vez pasado el parto, disminuirá la progesterona y se reducirán esos diámetros, haciendo que esa sensación de falta de aire finalmente desaparezca.
Consejos para lidiar con la disnea
La pandemia vivida actualmente aumenta la preocupación de las futuras madres, así que la misión principal de la obstetra y la matrona es tranquilizarlas. “Explicarles que es una sensación subjetiva y que no va implicar ningún problema para ella ni para el feto. Es más, con todos esos cambios, esa respiración ‘extraña’ lo que está haciendo es asegurarse de que la oxigenación del feto es la correcta”, resalta.
La doctora Ibáñez nos ha preparado una serie de recomendaciones para que las madres no se agobien ante estas situaciones:
- Participar en cursos de preparación al parto, donde aprenderá cómo hacer movimientos de inspiración y expiración que les ayudará a aumentar la capacidad respiratoria.
- Asistir a cursos de preparación al parto focalizados en ejercicios de relajación.
- Salir a caminar o nadar. La actividad física moderada contribuye a controlar la respiración.
- Dormir con dos almohadas y de lado (izquierdo). Con esta técnica se evita que se compriman los grandes vasos sanguíneos, y a la disnea no se suma el Síndrome de Hipotensión Supina.
Fiebre, tos, edema… Atenta a los síntomas
Notar la disnea puede ser una percepción normal, pero la doctora Ibañez recomienda consultar ante la duda, ya que esta sensación puede ir acompañada de varios signos se deben de tener en cuenta porque hacen saltar las alarmas. En el caso de que la disnea aparezca junto a cualquiera de estos síntomas, será necesario realizar una consulta urgente:
- Fiebre
- Tos
- Aumento de la frecuencia respiratoria.
- Palidez
- Edema
- Sensación de ahogo.
- Dolor en las pantorrillas.
La aparición de cualquiera de estos síntomas significa que no se trata de algo subjetivo, algo muy importante a tener en cuenta. Por dar un ejemplo, el dolor de pantorrillas podría hacer pensar en un tromboembolismo pulmonar, el taponamiento de los vasos sanguíneos que se encargan de llevar la sangre pobre en oxígeno desde el corazón hasta los pulmones para que se oxigenen, por un émbolo o trombo.
Por todas estas razones, es muy importante que, tanto si aparece algún problema de este tipo como si no, la embarazada siempre tenga una actitud conversacional con el ginecólogo.